Y hoy...
 

¿Qué haces cuando no te ves?

 

Me obligué a ser quien creía que la gente necesitaba de mí. Años, circunstancias, personas.

De niña me exigía a ser correcta, no decir más de lo que debía, cumplir, ser dulce y tranquila.

Luego al crecer comencé a dudar de mi lugar de pertenencia, porque esencialmente... ¿quién tiene los ojos puestos en mí?. Y eso me llevó a cuestionar y  rebelarme de formas silenciosas.

 
 
 

Encontré en las palabras escritas en un cuaderno roñoso todo lo que mi sub-mundo necesitaba. Pasaba recreos colegiales entre música, libros y mi libreta. Siempre particular, siempre buscando atención en cualquier cosa externa asociada a mí, pero nunca en mi yo real.

Después de años, relaciones, rupturas (familiares, del corazón y amistosas) también entendí que no me sentía cómoda representando un papel auto-impuesto y que generaba altas expectativas sobre en quién me estaba transformando. Me incomodaba escuchar halagos sobre mis logros, sobre lo que había conseguido... pero tan pocas palabras sobre quién era yo detrás de esos títulos o metas. No encontraba una real comprensión de quién era yo - debajo de toda esa parafernalia bonita, llena de colores y celebraciones. La yo tierna, la sensible, la absolutamente conmovible. Eso fue el principal quiebre de mi antes y mi después.

Con Pralad hemos retratado tres importantes etapas en mi vida: Cuando salí de casa y me tomé el barrio Yungay. Cuando dejé mi trabajo y le di forma a mi primer hijo Nativo Lab. Y hoy... cuando me rebelo a toda estructura y perfección con la que me he exigido vivir. Ahora solo soy yo, mi reflejo y la música.

 
 

En plena pandemia y después de una fractura emocional que me había tenido vagante en el mundo real, comencé a deshacerme de la Cali que no me gustaba ser. Le di la chance a mi cuerpo; amarlo, entenderlo, disfrutarlo y también a lucirlo. Sacar de mí la idea de este templo sagrado, insoluble y atrapado. Lo terminé de adornar como un grito a ¡estoy aquí de la forma que yo quiero estar! y salirme de mi eterno "deber ser" y la niña que no se atreve. Le di la chance a mi cabeza de re-escribir su historia. Daños históricos, psicosis de cómo deben suceder las cosas y la guerra interna de porqué no son así.

Pasé años en peleas con quienes me rodean porque yo imaginaba que las cosas iban a suceder de una forma en vez de dejarlas suceder. Aprender a soltar y mirar de la vereda del frente y decir: ya fué como fué, qué bueno. Le di la chance a mi corazón de decirle "voh dale", estay cansado, agobiado. Entra a tu hoyo, húndete en el barro, revuélcate y patalea. Pero sal porque mañana vas a querer estar mejor. Me convenzo a diario, me lo digo apenas despierto y aquí estamos, un día más pa mirar el sol.

 
 

 

Ahora el reflejo en el espejo me sonríe y me dice "lo estás haciendo mejor". No soy perfecta, eso es lo hermoso. No soy quién esperan que sea, tampoco soy exactamente quién imaginé. Pero al menos una vez al día me encuentro conmigo, me preparo algo rico y un té. Miro al cielo y digo: soy lo mejor que me ha pasado.


Cali

IG: @calibustos