Amor propio, conexión, libertad.

Amor propio, conexión, libertad.

Amor propio, conexión, libertad.

El año 2016 venía viviendo un proceso interno muy heavy, en el cual estaba re-conociéndome, para poder al fin comenzar a aceptarme tal cual era. Dos años antes, ya estaba con la idea de hacer fotografías, porque me llamaba la atención “atreverme a”, pero primero TENÍA que pasar si o si por aquel proceso antes mencionado... Les explico porque.

Cuando conocí a Pralad, yo había realizado recientemente mi primera sesión con un fotógrafo reconocido en el ambiente por sus trabajos en desnudos, bastante buenos por lo demás. Estaba muy entusiasmada, sin embargo, no fue cómodo. En él podía notar la incomodidad al tener que fotografiar un vientre lleno de estrías post maternidad, o una silueta o rostro que no era del perfil de su cuenta de Instagram. No era mala onda, pero nunca hubo conexión, la cual considero es importante para poder, al menos yo, relajarme y fluir. A pesar de que salieron fotos lindas el nunca subió alguna, quizás por lo que les mencioné.

Unos días después fuimos con Pralad camino a nuestra primera sesión, en el cerro San Cristobal. Apenas comenzaba el otoño. Estaba muy nerviosa por las expectativas v/s realidad de mi primera experiencia, y porque ésta me había hecho “retroceder” en cuanto al amor y aceptación que estaba comenzando a sentir por mi cuerpo. Pero era tan importante para mi poder hacer esto, y sentirme bien además, que no podía rendirme a la primera.

Nos fuimos caminando y conversando mucho, y pude notar de inmediato la humildad y buena onda, que hizo que entrara en un profundo estado de confianza y relajo. 

Cuando comenzamos, pude sentir la conexión de mi piel con la tierra, a pesar del miedo pude enraizarme con ella y con las hojas, rocas y árboles; sentía como me iba derritiendo un poco y olvidando al mismo tiempo de este “cuerpo imperfecto”  en medio de tanta magia y belleza. 

Y a medida que iba viendo el resultado de las imágenes, en una cámara muy piola por lo demás, más claro me quedaba que estaba en manos de un gran profesional. Y una gran persona, por cierto. 

Sin ser mi favorita, recuerdo esa sesión con mucho cariño, por el cambio que generó en mi, por la confianza adquirida y por qué gracias a eso pude darme cuenta que en la imperfección hay muchísima belleza. Las imágenes salieron hermosas, cada una transmitía esa conexión y entrega única de la que les hablaba.

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Y nosotros después de eso seguimos haciendo fotografías, de todo tipo y en muchísimos lugares, y siempre todas me cautivan como si fuese la primera. Desde la vez que me recosté desnuda en un árbol, hasta cuando me metí dentro de mi biblioteca, cuando jugamos con diapositivas, o cuando nos metimos al agua congeladísima en la quebrada de macul yo y otras mujeres. Conexión nivel WOW! Alta sesión fue esa también.

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En fin, son infinitos los momentos e indescriptibles las sensaciones experimentadas en cada fotografía, sin duda es una experiencia que espero cada una pueda vivir algún día, despojarse de todo miedo e inseguridad y entregarse al lente de la cámara, al ojo del artista. 

 

Agradecida de cada experiencia siempre,

Daniela

IG: @lamiavitaacolori